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Parroquia de Villamediana

5º Domingo de Cuarema

5º Domingo de Cuarema

1.    “Os infundiré mi espíritu y viviréis”. Confiando en esta promesa el pueblo de Israel, superado un largo y triste destierro, pudo regresar a la añorada patria y experimentó en su propia historia la fidelidad y el poder de Dios. El Profeta Ezequiel, recoge  y transmite esa promesa que Cristo cumple definitivamente con su resurrección y con el envío del Espíritu Santo.

¿No habremos olvidado esta verdad consoladora, envueltos como estamos en un materialismo pertinaz, que no ve más allá de lo biológico? ¿Y no será esta la causa del avance imparable de la cultura de muerte que no ve razones para engendrar y justifica, tan fácilmente, el matar?

La cuaresma nos invita a renovar nuestra fe en la vida que no perece cuando se deteriora la salud. La cuaresma nos alienta a confiar en Dios, además de en los médicos. La cuaresma nos recuerda que debemos cuidar el espíritu además del cuerpo, y que, si trabajamos tanto por el alimento físico, también podíamos hacer algo por alimentar el alma.

2. “El que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre ¿Crees esto?"           Unidos a Cristo por el Bautismo –dice el catecismo-, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado, pero esta vida permanece escondida con Cristo en Dios. Alimentados en la Eucaristía con su Cuerpo, nosotros pertenecemos ya al Cuerpo de Cristo. Cuando resucitemos en el último día también nos “manifestaremos con Él llenos de gloria”. Esperando este día, el cuerpo y el alma del creyente participan ya de la dignidad de ser “en Cristo”; donde se basa la exigencia del respeto hacia el propio cuerpo y también hacia el ajeno, particularmente cuando sufre.

Los creyentes tenemos la misión de recordar este mensaje a la sociedad descreída en que nos ha tocado vivir, para restituirle la alegría y la esperanza que ha ido perdiendo a pasos agigantados. Y lo haremos si vivimos nosotros alegres y esperanzados, a pesar del cansancio, los fracasos o la enfermedad.

3.“Cristo, por medio de sus sacramentos, nos restaura a una vida nueva”  En estos días cuaresmales debemos llevar a Cristo a tantos hombres y mujeres que necesitan escuchar: “Lázaro, ven afuera”, para construir, vivificados por la fe, un mundo esperanzado y con más sentido que el que tenemos. Lo lograremos recuperando, nosotros primero, por el sacramento de la penitencia, la vida recibida el día de nuestro bautismo y acercándonos después a la Eucaristía con deseos renovados, recordando, a ser posible, esas palabras impresionantes de Cristo a la desconfiada hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre ¿Crees esto?

La respuesta que espera Cristo es, sin duda la que pronunció Marta, una vez convertida: -Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

             

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