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Parroquia de Villamediana

4º Domingo de cuaresma: 3 de abril de 2011

4º Domingo de cuaresma: 3 de abril de 2011

1.  “El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón”

 Un nuevo paso hacia la Pascua renovadora. Un paso que nos trae el recuerdo de la luz bautismal que se entregó a nuestros padres y padrinos el día de nuestro bautismo, y que, en la noche de Pascua, se nos  entregará a cada creyente para que iluminemos el camino de la vida y no tropecemos al caminar.

Pero esa luz debe pasar a nuestro corazón, que padece oscuridades profundas y más en este tiempo confuso, tan dado a las apariencias y tan escaso en transparencia y honradez.

La mirada de Dios no es como la mirada del hombre”, nos ha recordado la Escritura a propósito de la vocación del joven David. La cuaresma nos invita a vernos en esa mirada divina y a purificar lo que aparezca sucio. A purificarlo en el agua, que brota del costado abierto de Cristo crucificado, y que se nos dio en el bautismo y que se nos vuelve a dar en la confesión sacramental.

 2. “Él fue, se lavó, y volvió con vista”

Increíble parecía este milagro de la curación del ciego a los incrédulos fariseos. Increíble parecen también hoy las conversiones. Pero las hay, porque Dios no pierde fuerza. Somos nosotros los que perdemos interés, entusiasmo y fe. Y, en vez de buscar a Dios, nos enfangamos en el materialismo, en la sensualidad, en el dinero, en los rencores, y acabamos ciegos y desesperados y tristes. Pero podemos convertirnos y la cuaresma, cada año nos ofrece la penitencia, la confesión, como medio para convertirnos y recobrar luz y la vista: “Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, la luz verdadera que ilumina a todo hombre, el bautizado, tras haber sido iluminado, se convierte en hijo de la luz, y en luz, él mismo” (Catecismo).

3. “Caminad como hijos de la luz”

            Nos lo pedía san Pablo en su carta a los Efesios en la segunda lectura de este domingo. ¿No es verdad que hoy también necesitamos que se nos recuerde este deber? ¿No sería más luminosa y feliz nuestra existencia si viviéramos más cristianamente?

            Ahí tenemos el ejemplo de los santos, que han vivido como hijos de la luz. Estos días, precisamente, se ha recreado en el cine la vida de  San Josemaría Escrivá, que en medio de la guerra que sufrió con sus contemporáneos, aquí en España, en los comienzos de su sacerdocio, supo encender la luz del perdón y apagar los brotes de rencor, que como terribles dragones, acechan el corazón humano.

            ¡Que gran tarea par este tiempo nuestro, oscurecido por enfrentamientos ideológicos y cegado por el materialismo, pero con tantas posibilidades de triunfar en la luminosa lucha por el bien y por la luz! 

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